¿Que significa ser monje hoy?...

La practica no egoísta del que no guarda nada para sí

¿QUE SIGNIFICA SER MONJE HOY? ¿Que contenido le damos a esa palabra a finales del siglo XX? Un encuentro, organizado en el templo zen de la Gendronnière, entre monjes de diferentes tradiciones nos ofrece un marco excelente para plantear esta cuestión. Vale la pena recordar que "monje" viene del griego monachos y que se refiere a "unidad". ¿Podríamos decir que monje es la persona que aspira a realizar en sí mismo la unidad? El monje zen, decía el maestro Tozan, es como una lámpara encendida bajo la luz del mediodía: a plena luz del sol quizás no se ve, pero ilumina con luz propia y su luz se armoniza con la del universo entero. Ser monje no debe estimular el orgullo sino, al contrario, la humildad. La vestidura de monje no ha de convertirse en un nuevo estatus, en una función, en un papel que representar, en un objeto de apego para alimentar el ego y para hacernos creer que estamos por encíma de los demás.

Por otra parte también es cierto que se puede hacer realidad la vía sin ser monje. El sexto patriarca, Eno, hizo realidad el despertar  cuando era un simple leñador. Recibió el shiho y la transmisión del maestro Konin, el quinto patriarca, sin ser monje ni bodhisattva. Por la tanto, no es necesario ser monje, pero sucede que ser monje ayuda considerablemente a la práctica. De cualquier manera, si estamos verdaderamente enraizados en nuestra práctica de zazen, el espíritu del monje se manifiesta y todo el cosmos se convierte en un dojo. El universo entero se convierte en un templo, en un lugar en el que practicamos zazen.

Pero el monje zen es también y ante todo un bodhisattva. Esto le caracteriza y le dota de una dimensión que no podemos olvidar porque es consustancial a él y aparece ya en el propio despertar de Buda como un rasgo fundamental. Cuando Buda hace realidad el despertar bajo el arbol de la Bodhi no guarda nada para sí y formula el voto de renunciar a la salvación hasta que todos los seres alcancen el nirvana.  Ayudar a los demás a que logren por ellos mismos la liberación de todos los sufrimientos. Ésta es la manifestación de su compasión y sabiduría, la constatación de que en la unidad de todos los seres no hay salvación individual posible. Todos somos parte de un mismo universo y la actitud del bodhisattva es una consecuencia natural que emana de su práctica y de su experiencia religiosa.

La vía que nos lleva hacia el interior de nosotros mismos es la misma que nos lleva hacia los demás. Por esta razón el bodhisattva transita por ls caminos y cada gesto suyo se convierte en la expresión de su práctica. Asume la responsabilidad maravillosa de crear su propia vida  de una forma fresca, creativa y sin prejuicios a partir de la práctica de la vía. Pero esta vida que crea no la guarda para sí: el bodhisattva enseña y transmite con sus actos, sus gestos, sus palabras o sus silencios la práctica que él ha recibido, la experiencia de una vía real que le da acceso a la libertad.

Y porque la vía de Buda se hace real en cualquier lugar y en cualquier circunstancía de nuestra vida, porque es una práctica esencialmente no egoista, el bodhisattva recorre los caminos y lo encontramos entre la gente y en medio de la sociedad con las manos abiertas porque él es parte de la humanidad. Porque el monje que hace real la unidad en sí mismo -ésa es la  experiencia religiosa que religa los separado- hace real la unidad con todo el universo.


Zen / Revista de las asociaciones zen de Andalucía, Cataluña y el País Vasco.

Editorial del número 10 / Segundo semestre 1996.

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