Mente Zen, mente de principiante...

La vanidad desaparece y los ojos se me llenan

Mente Zen, mente de principiante.

Shunryu Suzuki roshi

En el zen, a falta de libros "revelados" o sagrados, sí que existen textos afortunados en los que el autor ha sabido plasmar perfectamente su experiencia en la vía. El autor lo hace de un modo tan accesible que hace sentir al lector el sutil y casi anodino gusto del zen.

Son los libros que podemos llamar clásicos. Son aquellos libros a los que volvemos una y otra vez, en especial cuando estamos cansados de tanta literatura.

El volúmen Mente zen, mente de principiante, de Shunryu Suzuki roshi bien puede llamarse un clásico moderno, del siglo XX. Shunryu Suzuki -a quien no hay que confundir con Daisetz  T. Suzuki, maestro zen muerto en Los Ángeles en 1971- llevó a la California imbuida del zen Rinzai la simplicidad del shikantaza de la escuela Soto.

Allí enseñó durante doce años y, al morir, dejó un sucesor americano y varos grupos de zazen.

Una de las sorpresas para el lector habituado a los libros y al peculiar estilo de la enseñanza del maestro Taisen Deshimaru, es descubrir en el lenguaje y en la personalidad diferente de Suzuki el mismo sabor fresco y cristalino de la fuente de la fuente de Bodhidarma, Wanshi y Dogen.

A éste último Shunryu Suzuki lo cita constantemente con el precioso título de zenji -"hombre de la vía"-.

El libro recoge una serie de charlas informales dadas al grupo de zen de Los Ángeles transcritas por sus discípulos y agrupadas bajo los títulos de "Práctica, actitud y comprensión correctas", aunque lógicamente, el contenido se entremezcla pero siempre expresando un Soto fuerte y radical.

Transcribo la cita que encabeza la "Práctica corrrecta": "La práctica de zazen es la expresión directa de nuestra verdadera naturaleza. Estrictamente hablando, para un ser humano no hay otra práctica más que ésta"

¿Como no pensar en la enseñanza de Kodo Sawaki?

El zen de Suzuki es de una ¨"sencillez" que asusta: mushotoku , esto es, la mente del "principiante", todavía no contaminada por la actitud del "experto".

Señalemos dos virtudes a apreciar en un libro de zen: la brevedad, pues ninguna de las charlas se extiende más allá de las dos páginas. Y, en segundo lugar, que al leerlo dan ganas de cerrarlo y sentarse sobre el zafu.

Natxo Sánchez, monje zen.

Tomado de Zen, Revista de las asociaciones zen de Andalucía, Cataluña y el Pais Vasco, número 10 - 1996



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