Especificidad del zazen de la escuela Soto.

Especificidad del zazen de la escuela Soto

Por Roland Yuno Rech

El Maestro Dôgen, fundador de la escuela Soto Zen en Japón, no quería que la práctica de meditación que el enseñó a partir de su experiencia con el maestro Nyojo en China fuera considerada como  específica, en el sentido de especial. Para él, zazen era Butsudo, la Vía de Buda, la esencia del budismo. Por lo tanto, no era un medio para obtener la iluminación y alcanzar la liberación. Él enseñó shikantaza, únicamente sentado, sin utilizar otras prácticas budistas.

Ahora bien, si estudiamos cuáles eran las características de la meditación practicada y enseñada por Shakyamuni según los sutras más antiguos escritos en pali, encontramos la descripción que dio en el Bhayabherava Sutta, cuarto sutra del Majjhima-nikaya. Esta es la meditación que practicó la noche de su Despertar. Él la describió como las cuatro etapas de dhyana, que corresponden    todo tipo de despojamiento o abandono de uno mismo.

En la primera etapa se abandonan los deseos y pensamientos ineficaces. Se experimenta la alegría y la felicidad nacidas de la separación de los bonnos. Pero el razonamiento y la reflexión permanecen. Por su abandono, el meditador entra en el segundo dhyana que es el apaciguamiento interior, unificación de la mente desprovista de razonamiento y reflexión, nacida de la concentración y que consiste en la felicidad.

Luego, a través del desapego de esta felicidad, el practicante entra en el tercer dhyana, hecho de ecuanimidad, conciencia y vigilancia donde permanece la felicidad pura. A continuación, al abandonar esta felicidad y esa  tristeza, el practicante ingresa al cuarto dhyana donde ya no hay placer ni dolor sino que es perfecta pureza de atención y ecuanimidad.

Fue en este estado que Shakyamuni afirmó haber visto sus vidas pasadas y haber comprendido la ley del karma y las Cuatro Nobles Verdades. Esto es lo que se convertirá en un método progresivo con sus etapas preestablecidas, mientras que el shinjin datsuraku enseñado por el Maestro Nyojo y realizado por el Maestro Dôgen, es un abandono inmediato de todo apego y de todos los obstáculos, en total concentración en la postura sentada y en la respiración y el abandono de cualquier objeto de pensamiento.

Para Dôgen, cuando se practica correctamente, el zazen es en si mismo despertar y liberación. La consciencia hishiryo es la que revela la realidad tal como es. Concentrados en el cuerpo y en la respiración, soltando todos los apegos, zazen nos re-armoniza con esta realidad. El maestro Deshimaru llamó a esto "volver a nuestra verdadera condición normal".

Posteriormente, Shakyamuni enfatizó que estos estados de dhyana todavía eran estados condicionados y impermanentes, y puso mayor énfasis en la práctica de la atención plena tal como la describe en el Satipatana Sutra: atención al cuerpo y a la respiración, a las sensaciones, a la mente y a los objetos mentales, a sus factores de aparición y desaparición y por tanto a su impermanencia y su vacuidad.

Terminó este sermón diciendo que quienquiera que practicara esto, aunque fuera solo por una semana, alcanzaría la iluminación. Esto se convirtió en la práctica de vipassana. Esto es similar a la observación que, junto con la concentración, constituye el punto común de todos los métodos de meditación budista. Encontramos esta práctica en el makashikan enseñado por el budismo Tendai, que el Maestro Dôgen comenzó a estudiar cuando se hizo monje. Shi significa samatha o concentración y kan, vipassana u observación: es un método para abandonar las ilusiones y lograr el despertar.

Estas recomendaciones también las encontramos en el Zen de la escuela del Norte basadas en las enseñanzas de Jinshu que lo describía como la práctica de limpiar constantemente el espejo de la mente para no dejar que el polvo de las ilusiones se asiente allí. Eno objetó que en el vacío no existe el espejo. Por lo tanto ¿Cómo podría acumularse polvo allí? Esta abrupta intuición de la vacuidad se convirtió en la esencia de lo que se llamó "zen súbito", que parece haber prevalecido sobre la escuela del zen gradual de Jinshu. El zazen de la escuela Soto es también una práctica-realización relacionada con el “zen súbito”. Dôgen habló de shusho ichinyo: práctica y realización son unidad.

Pero una de las especificidades del Soto Zen fue rechazar estas oposiciones sectarias como lo hizo, al comienzo del Sandokai, el maestro Sekito: "Existen diferencias entre las capacidades de los hombres que son más o menos agudas, pero en la Vía no hay ni patriarca del Norte ni patriarca del Sur."

Esta característica la encontramos en las enseñanzas de Nyojo, que Dôgen relató en el Hokkyoki, cuyo decimoquinto mondo merece ser citado íntegramente ya que tanto influirá en la enseñanza de zazen del maestro Dôgen. El jefe del templo (Nyojo) enseñó: "La práctica del Zen (sanzen) es abandono del cuerpo y mente. No es necesario quemar incienso, rendir homenaje, recitar el nembutsu, hacer penitencia o recitar sutras. Simplemente practica sentarte con una sola mente (shikantaza)". Yo (Dôgen) le pregunté: "¿Qué es cuerpo y mente abandonados (shinjin datsuraku)?" El Maestro Nyojo respondió: "Esforzarse con cuerpo y mente es zazen. Cuando haces zazen con una sola mente, te liberas de los cinco deseos (propiedades, sexo, comida, honores, dormir) y eliminas los cinco bonnos (avaricia, ira, pereza, susceptibilidad -o irritabilidad-, duda)".

Tened en cuenta que Nyojo no dice que debamos eliminar los deseos y los bonnos  como si limpiáramos el polvo depositado en un espejo, sino que uno se libera de ellos. Esto refleja bien lo que caracterizará el zazen del Maestro Dôgen como una práctica-realización del Despertar.

Pero lo que sigue se refiere al rechazo de la oposición sectaria: Dôgen preguntó: "La idea de liberarse de los cinco deseos y eliminar los cinco bonnos también se enseña en las escuelas doctrinales. ¿Significa esto que se está refiriendo a alguien que practica el Gran y el Pequeño Vehículo?  Nyojo respondió: "Los descendientes del patriarca Bodhhidharma no deben evitar arbitrariamente las enseñanzas del Gran o del Pequeño Vehículo. Si un discípulo traiciona las sagradas enseñanzas del Tathagata, ¡cómo puede considerarse un descendiente de los budas y los patriarcas!"

Este mondo muestra cómo Dôgen heredó este vasto espíritu de su maestro y caracteriza el zazen de la escuela Soto como una práctica de liberación inmediata. La enseñanza de las cuatro etapas del dhyana se había convertido en un camino de despertar progresivo con sus etapas preestablecidas mientras que el shinjin datsuraku enseñado por el maestro Nyojo y llevado a cabo por el maestro Dôgen, es un abandono inmediato de todos los apegos y de todos los obstáculos, en total concentración en la postura sentada y en la respiración, y en el abandono de cualquier objeto de pensamiento. Esta práctica-realización caracteriza al Soto Zen: no separación entre práctica y despertar, entre meditación y acción, entre seres sintientes y budas, entre uno mismo y la naturaleza, entre uno mismo y los demás. Este retorno a la unidad ante las separaciones creadas por las discriminaciones mentales y el retorno al despertar original y por tanto remedia dhukha, esta profunda insatisfacción que ningún objeto de deseo puede colmar y que las multiplica.

Esta liberación no es aquella demasiado limitada del Pequeño Vehículo que consistió en desaparecer en un nirvana concebido como una salida definitiva del samsara. Mientras que el zazen de la escuela Soto es fiel en este sentido al espíritu del Mahayana, y se practica en la no dualidad entre samsara y nirvana, realizado en la visión clara de la vacuidad de todos los objetos de apego, incluido el propio nirvana. Además el Maestro Nyojo le había dicho a Dôgen: "Aunque los santos y sabios que han alcanzado el satori solitario no se apegan a su experiencia de zazen, carecen de la gran compasión".

Así que ellos no son como los budas y los patriarcas que consideraban primordial la gran compasión y se sentaban en zazen jurando salvar a todos los seres sintientes. Por esta razón, en muchos dojos  zen, los cuatro grandes votos de los boddhisatvas se cantan directamente después del zazen, ya que expresan el espíritu de compasión que surge del zazen, donde cualquier separación entre uno mismo y los demás queda abolida por el abandono natural de la ilusión egoísta.

Esto es también lo que hace que el zazen de la escuela Soto sea específico en relación con las prácticas terapéuticas a menudo llamadas "conciencia plena" y en las que la conciencia permanece, de hecho, demasiado llena de apego a la ilusión de "un ego separado y creyéndose autónoma". Sólo podemos acoger con satisfacción el hecho de que la meditación budista sea finalmente reconocida como un remedio para el sufrimiento y, en particular, en su formidable forma de depresión y melancolía. Pero reducida a una técnica para reparar un ego ilusorio, la meditación "mindfulness" no alcanza la profundidad del zazen de Buda porque no se atreve a afrontar el vacío de sus objetos de apego.

En consecuencia, tiende a favorecer lo que se ha llamado "la deriva del materialismo espiritual" extrayendo la práctica del zazen de su contexto religioso, en el sentido positivo del término religioso, es decir, lo que nos conecta con la realidad profunda. de nuestra vida que no está separada de todas las existencias. El mismo riesgo existe con todas las técnicas de meditación que se basan en objetos mentales como koans, visualizaciones, mantras e identificación con deidades. A menudo se presentan como medios inteligentes para quienes no se atreven a afrontar la naturaleza abrupta de la meditación sin un objeto.

Pero reemplazar un objeto de apego por otro es como darle un caramelo a un bebé que llora; esto puede aliviar temporalmente el dolor pero no resuelve la causa, e incluso puede conducir más adelante a una tendencia a todo tipo de adicciones de las que nuestra sociedad es un gran proveedor. Uno de los mejores remedios para estos peligros es que la meditación sea enseñada por maestros competentes. De ahí la urgencia de preocuparse por su formación.

Finalmente, como decía el Maestro Dôgen, zazen no se limita a la posición sentada. La meditación bien entendida no separa la práctica de la Vía en todas las actividades diarias, que son, todas ellas, oportunidades para lograr el despertar cuando se realizan con gran concentración y sin espíritu de beneficio personal. Es así como la meditación cumple su función esencial de reconciliación con la verdadera naturaleza de Buda que no pertenece ni a uno mismo ni a los demás sino que compartimos con todos los seres y que nos une a todos.


Este articulo, del maestro Roland Yuno Rech, fue publicado en la Revista ZEN nº96 (Noviembre 2014).

Traducido por  Ángel Hosshin Donoso

La Revista ZEN, de la Asociación Zen Internacional, fundada por el Maestro Taisen Deshimaru se publica en los idiomas Francés e Inglés.

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