Reglas y Preceptos... - Roland Yuno Rech
ZEN, Boletín de la Asociación Zen Internacional - 1999 - Nº 79
EL ESPÍRITU DE LAS REGLAS
REGLAS Y PRECEPTOS
En un monasterio zen la vida monástica se basa sobre la práctica de zazen en el respeto de las reglas y de los preceptos. El sentido de ello es la práctica concreta de la Vía, con el cuerpo y el espíritu en unidad en la actividad cotidiana, en tanto que realización de la naturaleza de buda.
Así pues, los preceptos son la ocasión de encarnar la Vía y de ayudar a los seres a liberarse de todas las causas del sufrimiento.
Las reglas son indispensables para la vida colectiva y para la armonía de la sangha: conciernen a la práctica en el dojo, a la preparación y la ingestión de las comidas, a las relaciones entre los monjes, al aseo, al hecho de vestir el kesa, a la vida cotidiana, a la administración del templo. Han sido objeto de codificación (shingi) y pueden variar de un monasterio a otro. Pueden conllevar una cierta sumisión y un cierto conformismo que se puede evitar de forma creativa si se consideran como un soporte a la vigilancia y como otras tantas ocasiones de abandonar el ego y de armonizarse con los demás.
La sumisión a las reglas y el abandono del ego también se exigen a los soldados y, sin embargo, el ejército no es un lugar en el que se actualice la naturaleza de buda, pues en él falta el espíritu de compasión y el respeto de los preceptos que deben fundamentar las reglas monásticas.Por eso, las reglas tienen que estar siempre subordinadas a los preceptos y los preceptos tienen que estar alimentados por la sabiduría y la compasión de zazen.
Las reglas y las maneras de comportarse en el dojo no son constricciones sino medios de expresar la naturaleza de buda, sin separación, sin oposición a los demás. Practicadas sin apego, son la verdadera libertad, vida más allá de nuestro pequeño ego. Esta no-dualidad de uno mismo y del otro en la naturaleza de buda es el fundamento de la compasión y de las virtudes del bodhisattva de la que forman parte los kai.
Roland Yuno Rech
Versión en castellano de Begoña Agiriano