La fe justa (5/5)

 LA FE JUSTA (5/5)

Vuelta a la condición original

La práctica del zen se basa en esta confianza, en esta profunda fe en el hecho de que todos somos Buda, que todos somos la manifestación de la realidad última que hemos de revelar a nosotros mismos por la práctica de zazen que permite abandonar la actividad mental que nos separa de la intimidad con nuestra verdadera naturaleza.

Zazen nos ayuda a recuperar la confianza, a volver a lo que el maestro Deshimaru llamaba nuestra verdadera condición normal y original. Razón por la que la mejor forma de ayudar a los seres que sufren es darles a conocer la posibilidad de recuperar esa intimidad con la verdad profunda que existe en cada uno de nosotros, que se puede experimentar y que puede, de esta manera, ser el motor de nuestra existencia y darle un sentido profundo. Encontrarse no como un extranjero en esta tierra, sino, al contrario, por todas partes como en casa, como en la propia casa, en intimidad no solo con uno mismo sino con todos los seres. 

Es una buena manera de erradicar el odio, la violencia, la incomprensión. Por ello, cuantas más personas practiquen la meditación y vuelvan a la intimidad con la esencia de su existencia, más se establecerá esa confianza para el bien de todos los seres. La experiencia de la práctica de zazen permite recuperar el fundamento de estos valores que están en el corazón de todo ser humano. Te llevan espontáneamente a sentir compasión hacia los seres que sufren y a contribuir al bienestar de los demás. Pero, a veces, esta espontaneidad queda enturbiada por el miedo a quedar perjudicado uno mismo si se da más importancia a los demás. Ese miedo puede conllevar actitudes egocéntricas. Por eso el maestro Deshimaru insistía en la práctica mushotoku que renueva la confianza, la fe en la vida sin separación. Cuando esta fe se expresa en las relaciones con los demás, queda reforzada por la felicidad que se siente al estar atento a los demás, al consolarlos y aliviar su sufrimiento. Para ello no se necesita apelar a Dios ni a Buda. Basta sencillamente con volverse íntimo con sí mismo, con ese «sí mismo», con ese «Sí mismo» vasto como la conciencia en zazen que se celebra al practicar gassho, sanpai, al recitar el Hannya Shingyo, los Cuatro Votos del bodhisattva, que son otras tantas expresiones de la verdadera naturaleza de Buda de todos los seres. Repetir todos los días esta práctica nos devuelve la confianza en el ser humano en esta épocade tanta perturbación y nos reconcilia con nuestro verdadero espíritu religioso. Cuando se le ataca, nos sentimos heridos pues no podemos vivir sin sentirnos unidos a todos los seres, lo que es el verdadero sentido del espíritu religioso. Prohíbe toda violencia y todo mal causado tanto a los otros como a sí mismo. Es el fundamento de los valores del zen.

Así que, la fe justa, que no es una fe ciega en doctrinas ni en creencias absurdas, sino la fe en la práctica justa, es de verdad la primera de las grandes puertas del Dharma.

La principal enseñanza de Dôgen y del zen Sôtô es lo que él llamaba: shu sho ichi nyo, la práctica –shu, la realización –sho, su unidad, ichi nyo. La fe justa es lo que permite esta experiencia que se refuerza sin cesar. 

Roland Yuno Rech.

Traducción al español de Elena Jokai Parra

Tomado de la Revista Zen nº103, Enero/Febrero 2024 de la ASOCIACIÓN ZEN INTERNACIONAL

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