La fe justa (4/5)

LA FE JUSTA (4/5)

Más allá de los límites del ego

Por eso la fe justa refuerza la mente determinada. Si se pone en práctica, tiene el poder de liberarnos. Esta determinación es fundamental para enraizar la práctica de la Vía en la vida y actuar de tal manera que esta práctica ilumine el resto de nuestra existencia. Pues, sin una profunda confianza en la enseñanza del Buda y de los maestros y maestras de la transmisión, y en la práctica de la que emana esta enseñanza, nuestra determinación es débil. Entonces nuestra práctica se vuelve débil y sus efectos también lo son. Lo que provoca otra ocasión más para dudar.

Si se duda de la enseñanza, si no se tiene confianza en la práctica o si se cree que hay alguna otra cosa que obtener, entonces, evidentemente, uno no puede abandonarse del todo a zazen. El ego retiene el completo abandono a la práctica. El hecho de retenerse nos impide hacer realidad lo esencial. El espíritu que duda es un obstáculo para la comprensión. 

Hemos de tener confianza en la propia mente que es capaz de despertar a la profunda realidad de la existencia, que sobrepasa los límites de nuestro ego. Por eso, tener confianza, tener fe en la Vía es mucho más que tener confianza en sí mismo, en el sentido de confiar en el ego. Nuestro ego es limitado, no se le puede dar más que una confianza relativa, pero nuestro verdadero espíritu, nuestro verdadero cuerpo son la naturaleza de Buda, son la unidad con todo el universo, así que están mucho más allá de los límites de la idea habitual que uno se hace de sí mismo identificándose al propio karma y a las propias características: «Yo soy una persona de tal o cual manera.» La fe es hacer realidad nuestro verdadero sí mismo, es desarrollar un espíritu religioso en el sentido en que estamos constantemente unidos a todos los seres. Si sientes esto profundamente, nunca puedes sentirte solo, pero, sobre todo, puedes sentir compasión hacia todos los seres, no solo hacia aquellos que amamos personalmente, los allegados, sino hacia todos los seres en general, sin discriminación. Por eso en el Dharma siempre se habla de sabiduría y de compasión juntas.

La comprensión adecuada, primer ramal del Óctuple Sendero, es la sabiduría que va acompañada necesariamente del pensamiento adecuado, segundo ramal del Óctuple Sendero. El pensamiento adecuado es la conciencia hishiryo en zazen, es decir una conciencia amplia, ilimitada, acogedora, que no permanece en nada y está siempre receptiva a los demás, a la naturaleza, al mundo que nos rodea. Eso desencadena el espíritu de compasión y de bondad, la capacidad de ponerse en el lugar del otro por empatía, sin que sea un esfuerzo voluntario. Ello implica evitar crear sufrimiento y poner remedio a los sufrimientos existentes al mismo tiempo que se contribuye al bienestar de todos los seres con los que entramos en contacto.

Todas las virtudes del bodhisattva, las paramita, están destinadas a permitir hacer realidad esto, no como mandamientos, deberes – «Hay que respetar los preceptos, practicar el don, ser paciente, realizar esfuerzos, etc.»– sino como algo cada vez más natural, como la expresión de nuestra verdadera naturaleza tal cual se revela en la práctica de zazen.

Roland Yuno Rech.

Traducción al español de Elena Jokai Parra

Tomado de la Revista Zen nº103, Enero/Febrero 2024 de la ASOCIACIÓN ZEN INTERNACIONAL

Entradas populares

Aceptación de lo que es o resignación, Roland Yuno Rech

Newsletter Seikyuji - 25 junio 2020