Los Tres Pilares del Zen (I)



La postura.
Empujar el cielo con la cabeza.

Para practicar zazen hay que sentarse en un cojín (zafu), con la piernas cruzadas en la postura del loto o del medio loto, también es posible, si encontráis alguna dificultad, sentaros en la postura del cuarto de loto. La pelvis está basculada hacia delante de forma que las rodillas se apoyen en el suelo. A partir de esta base se endereza la columna vertebral, se empuja el cielo con la cima de la cabeza. La barbilla metida, la cabeza derecha, los hombros relajados. La mirada baja. La extremidad de la lengua se coloca sobre la parte delantera del paladar. La mano izquierda sobre la mano derecha, con las palmas hacia arriba. Las extremidades de los pulgares se tocan y están en prolongación uno del otro. Las dos manos colocadas sobre los muslos están en contacto con el abdomen.

De esta manera se crean las condiciones para la total inmovilidad. Sentados en esta postura, nos concentramos en la respiración. Cada detalle de la postura tiene un profundo significado. Las partes del cuerpo son interdependientes e influyen unas en otras. Gracias a la gran estabilidad de la postura es posible permanecer largo tiempo inmóvil. De esta manera, el ser humano deja de actuar como ser humano y deja que penetre en él la vida cósmica.


Tomado de: https://www.seikyuji.org/


Fotografía: El maestro Deshimaru en zazen

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