¿Abandonar el ego?

 ¿ABANDONAR EL EGO? (*)

Si hay dolores que nos parecen inevitables por el hecho de que su causa aparente está más alla de nuestro control, tales como la vejez y la muerte, pueden convertirse al menos en fuente del despertar si uno se pregunta: ¿Quien envejece y quien muere?... "Yo, por supuesto", ¿pero qué es yo, sino lo que tenemos por costumbre identificar con ese "yo" supuesto, sujeto de nuestro discurso?. Este sujeto posee una realidad relativa que le permite diferenciarse de los otros, orientarse en su historia y reconocerse autor de sus deseos y de sus actos y por lo tanto responsable. No acceder a esta individuación es causa de confusión, incluso de locura.

Abandonar el ego no es perderlo, sino relativizarlo, no depender de un apego excesivo a nuestro yo que querríamos que existiera eternamente como el centro del mundo. ¿Por qué renunciar a este apego?. Porque está fundado sobre una ilusión que se hace voluntad obsesiva de negar la realidad, nada de lo que me constituye me pertenece en propiedad. Estos son elementos tomados en préstamo al universo que se ensamblan por un cierto tiempo, transformandose sin cesar. Cada un tenemos nuestra historia, nuestro karma, nuestra personalidad, que hacen de nosotros seres únicos... como pueden se las olas de la superficie del océano. Si no queremos reconocer y aceptar esta otra vertiente de nuestra realidad, ¡qué de tiempo y energía son desperdiciados para sostener la ilusión de un ego permanente y autónomo!. Por la misma fragilidad de la empresa, esto corre peligro de llegar a ser fuente de toda clase de ilusiones y sufrimientos para si mismo y para el prójimo, tal como la avidez bajo todas sus formas, el rechazo; incluso el odio por todo lo que le contraría.

El zen no enseña la renuncia en relación con nuestras necesidades, sino el discernimiento, a fin de que no se transformen en dependencias.

Se trata, por ejemplo, de practicar una sexualidad que no se transforme en una obsesión y que no trate al otro como objeto de satisfacción. Cómo amar sin caer en la pasión posesiva y celosa, eh ahí un buen koan, Cómo aceptar responsabilidades sociales sin buscar prestigio, como usar el poder para el bien de la comunidad, sin hacer del poder un fin para sí mismo. Muchas actividades están pervertidas por el deseo de utilizarlas para reforzar el ego. Incluso la búsqueda espirítual puede convertirse en ilusión, si se vuelve ávida de acumular méritos para alcanzar el despertar para sí solo.

La ilusión de nuestros deseos es hacernos creer que existe en alguna parte un objeto adecuado que nos permitiría estar totalmente satisfechos con él. Ahora bien, la experiencia nos enseña que cuando creemos haberlo alcanzado, rápidamente se nos muestra decepcionante, pues cambia tanto como nosotros, lo que produce la ruptura de una efímera adecuación. Pero la causa más profunda, sin duda, de la desilusión es nuestra aspiración por volver a encontrar la dimensión ilimitada de nuestra existencia que ningún objeto de deseo puede colmar.

Ahora bien, esta dimensión existe en cada ser y a cada momento, si nosotros no la encerramos en nuestras categorías mentales dualistas. Así la revolución interior que puede reconciliarnos con la realidad más profunda es la práctica con una consciencia que no se identifica con ningún objeto y no busca ningún provecho.


(*) Autor: ¿?

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