Las doce causas de interdependencia (6) - Roland Yuno Rech

 Las fabricaciones mentales

En zazen, enseñamos a menudo a no seguir las fabricaciones mentales. Las fabricaciones son el segundo anillo de la cadena de interdependencia. Durante zazen no seguimos los pensamientos y abandonamos toda intención, tanto las buenas como las malas. Incluso la intención de realizar el despertar. No buscamos utilizar zazen para algo, sencillamente hacemos zazen aquí y ahora. Finalmente dejamos hacer zazen más allá de uno mismo, más allá de las intenciones.

 A partir del desconocimiento de la verdadera naturaleza de nuestra existencia, tenemos tendencia a producir todo tipo de intenciones. Las intenciones de las acciones pueden concernir a la mente, la palabra, el cuerpo, son lo que da valor a las acciones. Por ejemplo, si tenemos intención de hacer un fuse, un don, para obtener un buen mérito o reconocimiento, esa intención egoísta, impura, reduce completamente el mérito de ese fuse. Las intenciones son lo que crea el karma.

Antes de actuar, es importante observar nuestro espíritu, ¿Cuál es nuestra intención real? Si nos damos cuenta que estamos movidos por la ambición, el egoísmo, la avidez, la hostilidad hacia alguien, los celos, en ese caso es mejor abstenernos.

Aunque la acción no se realice, la intención es ya un karma. Por ejemplo, si planificamos vengarnos de alguien, aunque no lo hagamos, la energía de ese proyecto producirá efectos kármicos. Si proyectamos robar algo, inmediatamente somos un ladrón, aunque no lleguemos a robar.

Somos en fruto de nuestros pensamientos, es la razón por la que las fabricaciones mentales, los samskaras, son lo que condicionan el tercer anillo de la cadena que es la consciencia, que condiciona nuestra vida futura.

Cuando practicamos zazen, completamente concentrados en la postura y la respiración, nuestra mente funciona como un espejo en el que vienen a reflejarse todas nuestras intenciones, nuestras motivaciones. Esto es lo que le hacía decir al Maestro deshimaru que zazen es como una confesión de uno mismo. Ninguna necesidad de comunicárselo a los otros. Únicamente ante uno mismo. Reconocer las propias ilusiones permite abandonar, no apegarse a ellas. Con el hábito de la práctica de zazen, el proceso de reconocer lo que aparece y abandonar se hace muy rápido, casi instantáneo.

Esto permite romper la cadena del condicionamiento, penetrar el mundo sin karma. Si abandonamos nuestras fabricaciones mentales, no se produce ningún karma y la transmigración se para. Estar liberado de las fabricaciones mentales, no apegarse a ellas, es lo que el Buda llamaba el nirvana, la extinción de nuestras acciones condicionadas.

Roland Yuno Rech.

Las doce causas de interdependencia - Sesshin de Kasterlee (Belgica), 4 al 6 de febrero de 2000

DOJOZEN GENJO-SUSTRAIA  PAMPLONA / IRUÑA

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