Kusen de Étienne Zeisler sobre el "Tenzo Kyokun" del Maestro Dogen [20/..]

KUSEN

 (enseñanza oral durante zazen)

"TENZO KYOKUN"

del

Maestro DOGEN

Comentarios de Ètienne Zeisler


 [20/..]  

7 de octubre 1986. (07:30 h)

Dogen escribe: “Un plato no es precisamente superior cuando lo habéis preparado con ingredientes escogidos, como tampoco una sopa es inferior cuando la habéis preparado con ingredientes ordinarios. Cuando manipuléis y seleccionéis las legumbres, hacedlo con un espíritu puro, sin intentar evaluar su calidad, de la misma forma como las haríais si preparaseis una comida real. Los innumerables ríos que fluyen hacia el océano se convierten en el sabor único del océano. Cuando uno se lanza en el océano puro del Dharma, no hay más distinción entre comida delicada y comida vulgar. No queda más que un solo gusto, y es el Dharma de Buda, el mundo tal cual es. Cultivando la semilla de la aspiración a realizar la Vía así como practicando el Dharma, los gusto ordinarios estarán en unidad. Un viejo proverbio dice: “La boca de un monje es como un horno, recordarlo bien”

Nosotros, debemos ser parecidos. No hacer distinción entre lo que es refinado y lo ordinario. Sea lo que sea lo que recibamos, debemos estar satisfechos.

Desde el principio del Tenzo Kyokun, Dogen repite lo mismo. Cualesquiera que sean las circunstancias, los fenómenos de nuestra vida, no debemos hacer categorías. Debemos encontrar nuestra vida única aquí y ahora.

Uno mismo es el todo. Sensei decía: “En nuestra vida cotidiana debemos descubrir la cosa real. La verdadera cosa que no puede ser mojada por el agua ni quemada por el fuego. Incluso si se está turbado, si se tiene mala suerte, no es necesario tener miedo de la muerte. Debemos fundar nuestra práctica,- nuestra práctica de zazen-, en este mundo de ilusiones, en nuestro karma, en nuestros bonno. Y obtener el satori por delante incluso del satori original, delante del Buda, delante de nuestras categoría. Esto significa abandonar el ego”.

Nada debe ser rechazado, excluido, dejado de lado. Durante zazen no debéis cortar las ilusiones, concentraros firmemente sobre la postura, sobre la respiración. Si desarrolláis pensamientos, vuestro zazen no vale nada, es solamente el zazen de vuestro ego.

Hay que estirar los riñones sin cesar, entrar el mentón, empujar el cielo con la cabeza, y automáticamente todos los pensamientos pueden pasar, pueden volverse libres, circular libremente en el cielo de vuestro espíritu, sin ataduras. No vale la pena escoger, seleccionar, evaluar: “Este pensamiento está bien, es el satori. Hoy no pienso más que en el sexo, mi zazen es malo”.

Vuestra práctica de zazen así como vuestra vida cotidiana se vuelven de esta forma el Dharma de Buda, la verdad más elevada, la Vía en si misma. Las distinciones no son importantes. La boca del monje es como un horno.

Por ejemplo, cuando llega la primavera, aparecen miles de flores. Cada una vive la vida de la primavera, para la rosa es el hecho de ser una rosa, para la violeta, el de ser una violeta. De la misma manera, nosotros mismos, y cada cosa en nuestra vida, se vuelve la expresión, la realización del Dharma en si mismo, sin distinción entre grande y pequeño, hombre o mujer, entre razas, entre religiones: “Yo soy católico, yo soy budista…”. La boca del verdadero monje es como un horno.

Durante zazen no os concentréis más que sobre vuestro zazen. Podréis así olvidad cualquier cosa. No corráis, no tengáis ningún fin. No evitéis nada. Aunque sea primavera, aunque haya flores, nuestro fin no es ni siquiera el Dharma o Buda. Así Sensei decía: “Debemos obtener la cosa real, nuestra vida eterna, antes que Buda, antes que el satori de Buda”.

Si se intenta alcanzar un fin, al final nos encontramos en un callejón sin salida. Zazen es shikan solamente, únicamente, principalmente, fundamentalmente, solamente sentarse. Shikan es nuestra verdadera actividad, la fuerza de nuestra vida, nuestro autentico aliento vital. Nuestro verdadero ser. Y Shikan existe, actúa en el punto del universo donde está situado, aquí y ahora, y cada una de nuestras actividades se vuelve en si misma verdad. El yo en si mismo se vuelve el símbolo de la más alta nobleza, en este mundo y en todo el universo.

Continuaré el Tenzo Kyokun durante el día de zazen del domingo.

 Continuará...  


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