Kusen de Étienne Zeisler sobre el "Tenzo Kyokun" del Maestro Dogen [8/..]

KUSEN

 (enseñanza oral durante zazen)

"TENZO KYOKUN"

del

Maestro DOGEN

Comentarios de Ètienne Zeisler


 [8/..] 

31 de julio 1986 (07:30 h) 

“Limpiad los objetos, los cucharones y todos los utensilios. Manipuladlos todos con el mismo cuidado, con la misma atención. Colocadlos, ordenadlos en su lugar natural. Concentrad vuestro espíritu sobre vuestro trabajo, y no tiréis, no disperséis las cosas, alrededor vuestro. Hecho esto, es el momento de preparar la comida.

En primer lugar, verificad que en el arroz no quede ningún insecto. Si hay alguno, sacadlo con cuidado. Mientras el tenzo coge el arroz y las legumbres que necesitará, los asistentes cantan los Sutras para el Espíritu de la cocina. Luego preparan toda la vajilla que necesitarán. La limpiarán de toda suciedad y de todo insecto.

Cuando el tenzo recibe los alimentos del intendente, no debe jamás quejarse de la calidad o de la cantidad, y además deberá llevarlos y manipularlos con el mayor cuidado y la mayor concentración. Nada es tan malo como quejarse de tener poco o muy poco de alguna cosa, o de que sea de calidad que estimamos inferior. Día y noche, dejad que entren en vuestro espíritu todas las cosas. Liberad vuestro espíritu, y todas las cosas funcionarán como una sola cosa.

Antes de medianoche, concentraros en organizar el trabajo del día siguiente. Después de medianoche, comenzad los preparativos para la comida de la mañana”. 

Al principio del Sutra de las comidas, todas las mañanas, se recita el Busso Kapila, “Buda nació en Kapila, tuvo el satori en Magada, enseñó en Harana, y murió en Kuchira”

En su palacio, Buda se hizo la pregunta: “¿Qué es la verdadera felicidad? Era príncipe y tenía muchas mujeres y buena comida. No lograba estar satisfecho. Partió hacia la montaña, se corto el pelo para buscar la Vía. Siguió a los maestros de su época. Entrenó su cuerpo y su espíritu, pero no pudo encontrar satisfacción. Detrás de los grandes maestros, experimentó los más altos estados de conciencia del yoga. Practicó el ascetismo, las mortificaciones. No comía más que un grano de arroz por mes. Estaba insatisfecho. Al final, cayó agotado, al borde de la muerte.

No solamente Buda es así; todo ser humano es parecido. Incluso hoy, podemos ver ejemplos en nuestra sociedad. Incluso durante zazen, observándonos a nosotros mismos, podemos comprender que también somos así. Se corre siempre detrás de cualquier cosa, la posición social, el dinero, las mujeres (o los hombres para las mujeres), los honores. Se está siempre influenciado por las opiniones de los otros, por el karma de los otros.

Como el ladrón que entra en una casa. Intenta abrir la caja fuerte, pero no lo consigue. Al final, piensa: “No he venido para nada. ¿Qué voy a coger? Luego sueña: “Todo iría bien si la caja fuerte se abriera, podría coger el dinero, las joyas...podría hacer cosas con el dinero....” pero el propietario ha vuelto y ve al ladrón, tiene miedo: “¡Ojala tuviera un revolver!” Y sueña que amenaza al ladrón, que dispara y que lo mata. Y el ladrón al ver al propietario todavía tiene más miedo. Se imagina arrestado. Queda completamente aterrorizado: “¿Y si me pega un tiro de escopeta?”. Al final oye el disparo, y Pam! cae desvanecido.

Para cesar este errar, Buda practicó zazen. Volvió a la esencia original de la “cosa real”. La condición normal. Es lo que se llama el Dharma de Buda. El hombre va del infierno al paraíso. Vaga siempre de la iluminación a la ilusión, transmigra sin parar. Se reencarna en los lugares infernales. Si puede alcanzar la “cosa real”, el éxito está ahí. Si puede coger su vida en este mundo, aquí y ahora, es lo que se llama Sho, la autentificación, la certificación. Si se encuentra la verdadera práctica, la “cosa real” es autentificada, es el satori; el satori de Buda, aquí y ahora.

Día y noche, todas las cosas que encontramos son nuestra vida. Es por esto que nuestra vida existe en cada cosa. Nuestra vida y lo que se encuentra, se vuelven unidad. Así pues, en nuestra práctica, no hay calidad ni cantidad. Buda dice: “Cada día es un buen día para el satori.” No para el ego, el ego siempre juzga: “La comida no es buen. No hay bastante...hay demasiada”.

El tenzo no debe quejarse jamás de la calidad o de la cantidad de la comida. Nada es peor que hacer esto, dejad que todo entre en vuestro espíritu y vosotros mismos y los fenómenos estaréis en unidad.

Durante zazen, no escojáis, no corráis detrás de vuestros pensamientos. No los entretengáis, dejadlos pasar naturalmente. Si comprendéis el espíritu del tenzo, no habrá cosas superiores o inferiores, suerte o mala suerte. No queda más que un solo sabor. Como el océano inmenso que no tiene más que un solo sabor, y que cubre la tierra entera. No vale la pena juzgar a los demás: a los residentes, a los permanentes, a los debutantes, a los antiguos, a la mujer del godo...”El Tenzo Kyokun es muy simple, muy fácil de comprender pero muy difícil de practicar. Durante los días que quedan, concentraos sobre esto.

 Continuará... 

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