No hacer nada en absoluto...

No hacer nada en absoluto

En zazen no se hace nada en absoluto, se deja de interactuar con todos los fenómenos. Uno no se esfuerza en suprimirlos pero tampoco los persigue. El espíritu se vuelve como el vasto cielo que no se opone a nada ni se estanca en nada. La “esencia de numerosos Buddhas”  es esta realización en zazen, la realización de lo que se llama “la verdadera naturaleza de Buddha”, nuestra existencia real en total unidad con todos los seres, la vida a fin de cuentas sin separación.
Esta realización sin interacción significa que, incluso si hay consciencia y objetos mentales, las interacciones entre ambos se suspenden. Se deja aparecer los pensamientos, las sensaciones, las percepciones, los deseos, pero no se interactúa con ellos: uno se conforma simplemente con reflejarlos, lo cual es lo característico de la conciencia que actúa como espejo. Es lo que mantiene una presencia en el mundo, una presencia en la realidad tal cual es, y, a cada instante, sin depender de los objetos, sin verse perturbado por nada y, sobre todo, sin verse perturbado por las propias reacciones –de deseo o de rechazo, de avidez o de odio-, por las propias elecciones y preferencias. Incluso la realización de la Vía, que es nuestro más alto ideal en zazen, ya no es un objeto que alcanzar, y practicamos sin pensar en ello ya que, de otro modo, no habremos hecho más que desplazar el modo de funcionamiento de la mente ordinaria de un objeto vulgar a un objeto espiritualmente más noble. Mucha gente que se involucra en el camino espiritual se conforma con ese desplazamiento, con esa sublimación entre un deseo ordinario y un deseo más elevado. Pero, en última instancia, lo que hace de la Vía de Buddha un camino de liberación es que transforma por completo ese modo de funcionamiento en que uno depende constantemente de los objetos que se propone alcanzar o que desea desechar. Descubrimos en zazen otra dimensión más profunda, última, que nos armoniza con la realidad tal cual es, en la que no hay, en última instancia nada que atrapar ni rechazar. Entonces podemos hacer real una profunda libertad interior, una gran paz, que se vuelve la base de nuestro estado mental en la vida. Se hace realidad volviéndonos íntimos con esta realidad última de nuestra existencia.

Roland Yuno Rech, Kusen

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Newsletter Seikyuji - 25 junio 2020